Reflexión del Evangelio del Segundo Domingo de Cuaresma

El Señor le regala a Pedro, Santiago y Juan este momento de consuelo en donde la presencia divina parece casi palparse.

 ¿En mi historia de salvación reconozco algunos momentos de consuelo en los que he sentido cuidado, amor y profunda alegría?. Vuelvo a pasar por el corazón esos momentos de profundo amor y consuelo…

 En este evangelio Jesús muestra su divinidad y lo hace junto a Elías y a Moisés. El amor de Dios que se fue manifestando a lo largo del Antiguo Testamento llega a su plenitud en Jesús.

El mundo sigue y tiene muchas necesidades. En los momentos felices de la vida Dios nos regala esas gracias para poder transmitirlas a los demás y para que en los momentos de oscuridad lo recordemos  y confiemos  en El transmitiendo esperanza.

Qué bien se está aquí,

donde la palabra acaricia

y la presencia sostiene.

Donde el calor abraza

y fluye el afecto.

Donde el amor se vive

y la justicia es posible.

Qué bien se está,

lejos de gritos y guerras vanas,

dejando que el trueno se apague

y la alegría se vuelva baile.

Pero toca regresar

a la tierra de todos,

donde el fragor cotidiano

es más áspero y duro.

Toca volver,

a los conflictos pendientes,

a las heridas abiertas

a la verdad peleada,

a las preguntas que muerden,

a los nombres difíciles,

para sembrar el mundo

de evangelio y esperanza.

(José María Rodríguez Olaizola)

A lo largo de la semana podemos detenernos y pasar por el corazón este anhelo ; “Señor, que te conozca como Tu eres”. Luego, hacemos silencio y escuchamos : Dios hablará…

Fuente: Rezando  voy